¿Debería usar mi perro un collar antipulgas?

¿Debería usar mi perro un collar antipulgas?
Redacción Welnia
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Welnia

mar 1, 2021
No es tan extraño que nuestra mascota tenga la mala suerte de coger pulgas, las cuales, además, puede acabar también por picarnos a nosotros. ¿Qué podemos hacer para prevenir esta problemática?

Las pulgas son unos insectos incluidos en la categoría de parásitos externos que se alimentan de la sangre de los mamíferos. En este caso, chuparían la sangre del perro.​

Existen aproximadamente 2.000 especies de pulgas, siendo la Ctenocephalides canis, la pulga típica del perro.​

Estos insectos pueden ser portadores de diversas enfermedades que contagiarían al perro, aunque también cabe la posibilidad de que le produzcan una reacción alérgica, que tiene su mayor importancia en el caso de animales pequeños y cachorros por el riesgo de una severa anemia.​

La pulga tiene un tamaño comprendido entre 1 y 4 mm de largo y su capacidad para saltar es de hasta unos 30 cm, por lo que las posibilidades para pasar de un animal a otro son enormes.​

El ciclo de vida de las pulgas varía ampliamente, siendo características sus extremas oscilaciones:​

  • Hasta 180 días
  • Hasta 12 – 14 días​

En condiciones habituales, entendidas estas como las propias del entorno doméstico, dicho ciclo de vida oscila entre 3 y 6 semanas.​

El insecto hembra adulto pone un promedio de 25 huevos al día durante un tiempo de aproximadamente 50 días. Cuando el ciclo vital es más largo, la hembra puede estar poniendo huevos durante más de 100 días.​

Considerando el ciclo vital y la capacidad reproductiva de la pulga, sus posibilidades de expansión y contagio son muy amplias.​

La pulga no sólo pone huevos en su huésped, en este caso nuestro perro, sino también en el entorno de éste: cama del animal, cojines, alfombras, grietas del suelo,…, por lo que estos son también fuentes de contagio.​

Las pulgas y los perros 

La pulga presente en nuestra mascota, puede picarnos también a nosotros. No hay que olvidar que estos insectos tienen capacidad para saltar.​

Por norma general, a la pulga le da igual de quién sea la sangre (persona o animal), y lo que habitualmente hace es chupar tanta sangre como puede para el futuro.​

Así como puede decirse que cualquiera de nosotros tenemos piojos, no es correcto decir que tenemos pulgas, ya que éstas pican a la persona, pero posteriormente saltan hacia el perro, cuyo pelaje les resulta más adecuado para vivir y reproducirse.​

Normalmente un perro contrae pulgas por contacto con otro animal; en las casas se suelen dar las condiciones idóneas para que estos insectos crezcan y se multipliquen rápidamente.​

Los perros con una mala higiene son los más propensos a tener pulgas si no son lavados cuando les corresponde, o no se les ponen las correspondientes protecciones.​

Un animal con pulgas es probable que se rasque muy a menudo y de forma intensa, o incluso se mordisquee en el lomo o en la cola. 

El collar antipulgas 

Dada la facilidad que tienen los perros para ser parasitados por las pulgas, con el consiguiente riesgo de contagio para el resto de la familia y otras mascotas, es fundamental vigilar la higiene de éste y procurar que dicho animal esté libre de este insecto.​

Una de las opciones existentes para que la mascota se mantenga libre de pulgas, es recurrir al collar antipulgas, el cual puede adquirirse en cualquier farmacia. Dicho collar antipulgas es un trozo de plástico o goma impregnado de un producto químico que repele las pulgas.​

El collar se plantea como un accesorio auxiliar, para prevenir la aparición de estos insectos, pero entendiendo que dicho collar debe formar parte de un planteamiento más amplio que vigile la salud del perro y evite la aparición de parásitos, entre ellos las pulgas.​

El funcionamiento del collar permite la liberación de sustancias químicas, que se extienden poco a poco por la superficie corporal de nuestro perro. El efecto protector de estos collares varía de unas marcas a otras, oscilando entre 1 y 6 meses en función del fabricante.​

Hay que señalar que ese compuesto químico del collar puede resultar tóxico para nuestra mascota, e incluso, para nosotros. Por lo tanto, hay que ser cauteloso y cuando se toque el collar se recomienda lavarse las manos rápidamente. Es cierto que existen collares antipulgas elaborados a partir de “productos naturales”, pero no es menos verdad que su eficacia como repelente de las pulgas, es menor.​

El collar antipulgas es una de las opciones para evitar la infección del animal, pero también puede evitarse la parasitación utilizando otros productos, entre los que se encuentran las pipetas, cargadas también con sustancias aptas para repeler o matar los parásitos existentes en la piel del perro. Dichas pipetas se aplican sobre el perro, distribuyéndose fácilmente a lo largo de su piel y ejerciendo así el efecto protector buscado, el cual dura aproximadamente un mes.​

Otra opciones además de las 2 que se acaban de comentar son las pastillas que se dan a nuestra mascota por vía oral, o los sprays con los que rociar su piel.​

En este contexto, la higiene de la mascota es fundamental, para lo cual se puede recurrir a champús específicos para la desparasitación de perros que estén infectados.​

Todos estos productos que acabamos de citar, pueden adquirirse fácilmente en cualquier farmacia.​

En el caso de que en la vivienda, existiese también un gato, este puede ser infectado una vez que la pulga haya alcanzado al perro; con esta otra mascota, se procedería a emplear productos similares (los cuales también los hay para gatos) a los ya citados. Igualmente estos productos son de adquisición en farmacia.​

Un punto fundamental, ya para concluir es el que tiene que ver con extremar la higiene de aquellos lugares u objetos en los que habitualmente estén las mascotas, pues no es infrecuente que su colchón, caja o cualquier objeto que use nuestro animal también esté parasitado.​

En este caso se procede a extremar la higiene de esos objetos y lugares; para ello se usará aspiradora y otros útiles de limpieza que permitan la desaparición de huevos, larvas e insectos adultos.​

Es obvio que hay que asegurarse la total desinfección, tanto de animales, como de aquellos lugares en los que puedan existir parásitos (pulgas o garrapatas) capaces de perpetuar la infección, pues al fin y al cabo tales parásitos pueden actuar como vectores capaces de transmitir enfermedades infecciosas, cuyo pronóstico no siempre es favorable.​

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